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Foto actualizada a 29-04-2020 |
Esta receta más que un plato en sí es un una reseña, un guiño a mi tierra, una forma de vida. Las espichás o boquerones secos se han preparado a lo largo de los años. Era normal ver a los trabajadores llevarse un bocadillo de espichás con un huevo frito para tomar a media mañana, después de llevar muchas horas levantados en el duro trabajo. El olor de estos boquerones mientras se fríen es uno de los olores de mi infancia.....aunque yo nunca me los he comido. Esa es la razón por la que aún no había publicado esta receta, pese a que me parece una receta fascinante, no la he comido nunca, manías de niña... Hablamos de un técnica, el de secado del pescado ancestral, y no debemos estudiar mucho el tema para intuir que esta forma de comer el pescado se haría para dar salida al exceso de boquerones que pudiese llegar a los mercados. Yo os voy a poner la receta de mi madre, ella siempre ha secado los boquerones en una aguja de las de hacer punto o tejer, aunque la técnica propia es la de ensartarlos directamente en un canuto o cañavera (o alambre). Alguna gente no es partidaria de secarla en verano para evitar el tema de los insectos, aunque los sabios en la materia restriegan limón en los boquerones para evitar que los insectos acudan a la llamada olorosa del pescado. Mi madre para evitar esto y sin ponerle limón los seca directamente en su cocina en verano, y en la terraza en invierno. No son necesarias muchas horas para el secado, basta con un día en el exterior, y algunas horillas de más si lo hacemos dentro. Una vez seco se fríe con ajos y se acompaña de un huevo frito y pan.